Así, con la soltura de quien lleva cien vidas vividas, me hizo el amor; mas me besó con la ineptitud del recién nacido que sólo sabe que ha venido al mundo para llorar.

26 diciembre 2013

Al amanecer del cuarto día,
tan sola desperté,
tan con pie izquierdo me levanté,
que aumentó mi agonía.

Mas feliz me hallo
ya que contigo iré,
pronto viajaré
y reiré más de lo que callo.

Ruego tu llegada,
tus pupilas por mis enredos,
tus manos por mis sendos
caminos de madrugada.

Día cuatro de relaciones a distancia.

Seis han sido las veces que me ha sacado de mis costillas, aposta, para hacerme el amor sin remordimientos.
Cinco, las veces que lo que no me ha matado me ha bebido hasta la embriaguez.
Cuatro han sido las veces que Madrid se ha movido mientras me escondía detrás de un alejandrino.
Tres, las veces en las que del dicho al hecho ha habido más de un trecho, más de un polvo y más de un Lambrusco.
Dos han sido las veces que un mal ha durado cien minutos, sin sexo, tan eviternos como fugaces.
Una, la vez que me has dicho te quiero con rostro de verdad sin cruzar los dedos.

Y ningún oído sordo a palabras necias.

13 diciembre 2013

Increíble, una brutalidad de ser sacudido por cien plagas de decepción, la personificación del pesimismo.
¿Dónde estás? 
Que el batir de la vida ha metamorfoseado toda luz en ti y reconvertido tus jugos en petróleo. Dónde está el tintitneo de la risa que hacía eco en la cabeza de Bécquer y dónde la inspiración de Salinas. Has hecho de la realidad un "puedo escribir los versos más tristes esta noche" horrorizando al propio Neruda.
No dejas respirar, ya no cantas. Ya no alivias, no salvas.
¿Dónde estás? 
Vuelve con las lilas en la mano derecha contrastadas con un arma de fuego en la izquierda. Más como plegaria que como favor, vuelve. Cierra la puerta y deja entrar a las golondrinas al salón, nuestro salón. Ruego que te vayas si conmigo no te mantienes en pie.

Aunque tú -alma en pena-
y yo -pájaro en jaula-
sabemos que ni te voy a pedir que te vayas,
ni vas a irte capaz, por consiguiente, de ser sin mi excepción.

19 noviembre 2013

Aún es domingo, habitación 212.
La ventana está abierta por si entra el otoño. No sé desde dónde escribo ni qué hago aquí.
El chirrido del ascensor me hace pensar que la visita es para mí. Una puerta de las de antaño te abre el paso y apareces. Te sientas al filo de la cama y hago el amago de sujetarte como si fueras a descolgarte de la vida. Traes mermelada y se me resiste. Bromeas 'tú no te resististe anoche'. La abres y me pregunto cuántos botes de mermelada más harán falta para entender que no puedo estar sola. Nos miramos mediocres, como dos enfrentados en guerra que aún no conformes con la victoria, con su último hálito, buscan derrotarse en la cama. Y van horas, muchas horas, sonrojadas por el tic-tac del reloj de encima de nuestra ropa. Me acaricia y escupe palabras incomprensibles, intrincadas, incoherentes. Creo que me quería, o algo parecido a no tener que pensar. Me pintaba en las paredes y versaba en las puertas con la intención de irse sin pagar. Todo era una mierda o es que me gustaba demasiado.
Hoy me he levantado con un 'pierde los labios en esa botella de champán, pago yo'.

No estaba. Se había ido con todo manchado de mí.
Y aún no cabe en mi certeza entender, quién es ese que me trajo la mermelada.
Pero deberíamos estar follando.

10 noviembre 2013

Tal vez nos hemos precipitado,
quizá era tarde cuando ya tenía estriado el corazón,
protagonista de mil batallas
en las que poco ha salido vencedor.
Aquel día, Madrid estaba de un gris abstruso 
y aun así me besabas un pulmón, 
y qué respirar tan bonito.
No deberíamos estar juntos, 
te destrozaré como hicieron conmigo,
porque en la vida se da lo que se recibe, 
dicen.
Esto no será bueno para ninguno,
ya que un bello prematuro
y una cruel bestia 
nunca han sido fáciles de casar.
Y es tan cruda la realidad en la que, 
desafortunadamente o no, nos encontramos, 
que se me atraganta en el esófago tanto humo
imposible de digerir.
Tenemos que finalizar esta grandeza juntos 
y tomar caminos distintos...

...distintos
sin saber que el mundo es redondo,
y por mucho que algún día demos un estrepitoso paso, 
por muy escarpado que esté el suelo, 
no nos separa ni el destino que nos unió.

03 noviembre 2013

El mate de la realidad contrasta con el brillo de sus alas blancas, blanquísimas, que rompen el viento con cada vuelo. Ningún viaje lo hace en vano, siempre tiene donde hacer verso las penas. Tal es su influencia que, cuando no despierta, el cielo llora como nunca, dejando en las calles un cruel hedor del que nadie escapa.
Si la soga amaga ahogarme, acude, la rompe y se queda. Si no viniera, ¡ay si no viniera!
Con sus blancuras, sus mejillas pasión, el batir de alas de fondo y la esperanza en la yema de cada uno de sus dedos. ¡Ay si no apareciera!
Si falta el aire él nos lo respira. Si faltamos nosotros él nos da a luz. ¡Ay si no estuviese!
Y es que si viene, sin alas no sirve. Y si pierde el ángel las alas, ¡qué no pasa si las pierde! Ya no quedará esplendor en la hierba.

14 octubre 2013

Sí.
Lo sé.
Sí era él.
Tenía los ojos oscuros,
unos labios carmesí para persuadir,
gruesos, tan gruesos como dos míos.
En su tez los despojos de vida,
tan dura como olvidada, de abismos tan eternos.
La bruma de sus cabellos se me antoja lúgubre,
mas la arena de su tacto eclipsa al mismo mar.
De atractiva belleza con aires insondables, como si grisácea
fuera, entre una cosa y otra, cruda verdad.
Ocre es la luna esta noche abstrusa,
el champán brinda por ti
y qué no daría yo.
Irte, perderte y morir.
Sí era él.
Lo sé.
Sí.

09 octubre 2013

De quererte, pasé mis años engañada en una calle sin salida,
donde dar marcha atrás era arriesgado y trepar era imposible.
No estaba previsto.
En la nevera había un post-it: 'empieza de cero'.
Y lo hice.
Podría haberme decepcionado toda la vida si era esto
lo que me iba a esperar.
Había enmudecido demasiado pronto,
quizá por las noches sin futuro,
quizá porque era otoño
y como las hojas, caíamos sin retorno.
El gélido viento nos cambió,
era el correveidile que nos contó al mundo.
Sin embargo, lo que dejó huella,
fue el fino rumor de tu voz.
Y así siempre te tenía.
Aunque dicen que nunca estás solo
si estás contigo mismo.

23 septiembre 2013

Me miraba como se mira a los difuntos, echando de menos, con la sensación de que jamás volvería a olerme. Su tez doraba vislumbraba al sol y aún así el tren nunca llegó a pararse. Seguía hacia el paraíso de las caricias perdidas, donde los que no saben amar van a esconderse. Allí estaba hasta que la calidez de sus labios devolvía el color a mi carne. Cuando se acerca, puedo oír el mar embravecido, algo así como suplicando llevárselo. Pero ya no hay marcha atrás, está conmigo aquel hombre en estreno, y le ato, le ato con mi voz para que asocie la felicidad con mis cuerdas vocales. Le ato, para que si algún día se olvida de mí, le ponga mi voz a todas las mujeres, y se vuelva loco pensando que la luna también sabe hablar.

04 septiembre 2013

¿Cuántos errores habéis cometido? errar nos hace ser personas. O al revés. ¿Cuántas personas estarán equivocándose mientras te bebes una rubia en la barra del primer bar de aquella esquina, pensando que haces lo correcto?
Un gato siempre llama dos veces y teniendo siete vidas espérate lo peor. Lo prometido es duda, ya que las deudas se han dejado de fiar. Que el vaso se rompe estando medio lleno y medio vacío.
Los rotos más selectos en tu ombligo, lluvia de escombros que cada día esquivo. Las ruinas más turísticas en cada parte del órgano que nos hace vivir, que yace inerte por el asfalto, cuatro estaciones, llueva o nieve, sin refugio ni remedio. Y eso es un símil de cómo vive todo ser en este mundo, ¿no?
Tenemos los ojos en trampas ajenas, las manos donde nadie pueda sentirlas, el olfato atrofiado, el gusto en otras lenguas y el oído en latidos que se creen débiles por no saber amar.
Besos desde el ártico de mi ser, llantos desde mi piel. Quién lo iba a entender. Manchamos lugares anónimos con nuestra firma desdibujada imposible de difuminar, perdemos la cabeza sin ningún objetivo y las opciones se nos acaban yendo.

Calles con aires de domingo, como si viviéramos en otro día. 

12 julio 2013

No sólo de penas vive el hombre.
Cuando la curiosidad mató al gato los "ciento volando"
ya se habían largado. 
Yo escribía a menudo, pero 
tú ya te habías pasado siete poesías, 
poniendo los puntos sobre la cama
y mis piernas abiertas sobre la mesa. 
Éramos tan fáciles que complacernos era follar y cantar, 
que un día es un día 
y más vale un verso recitado 
que mil gemidos gritando. 
"No te engañes, tía, 
si cae antes en los brazos de Morfeo que en los tuyos
 no te quiere".
Y que esperábamos a vernos como agua de otoño, ¿qué? 
Se nos han metido nuestras respiraciones entre estrofa y estrofa.
Y eso no puede ser.
Cuando no sólo nos dormíamos en los laureles
y nos quedábamos fritos 
en aquel banco del parque. 
Un verdadero poeta hace arte de un árbol caído, 
que de no querer pasar página 
escribía siempre los mismos alejandrinos. 
Estando, se nos iba el tiempo al cielo 
y para qué lo queríamos teniendo unos ojos 
donde guardar el insomnio. 
¿Follamos? 
Hoy por mi mañana por mi. 
No, mentira. 
Hoy por ti mañana por otro. 
Llorando sólo me arrima el hombro la soledad, 
y qué bien lo hace. 
Estamos hechos un trapo viejo y sucio, 
pero por dentro. Quizá roto,
porque siempre hay un roto para un descosido. 
Y qué me dices de lo apaciguador que es el mundo 
haciendo de pañuelo
 para encontrarte con todo aquel 
al que le deseas partir la cara. 
No estábamos juntos por H o por B. 
La cuestión era no quererse por mucho tiempo. 
Que ni como el perro y el gato 
sino como el agua y el aceite, 
repelentes, 
de irse con la música a otra parte 
y escucharla desde las antípodas. 
Tuviste la voz cantante 
pero siempre estabas con la misma canción: 
balada triste de ritmo casi nulo 
que hacía llorar, de esas que si fueran una persona
 tendría ojeras. Pues esa era yo, tu canción. 
Dos no se pelean si uno no quiere follar, 
y claro, 
todo el día en tu cama. 
No somos folio limpio, 
ni un correveidile de palabras, 
ni nunca damos nuestro arte a torcer. 
Pero si lo que no te mata, siempre crea adicción, será el mal de muchos.
Pero:



                                La avaricia rompe el saco y tus ganas mis medias (mentiras).
                                A palabras necias, polvo bien echado.

10 junio 2013

Fuguémonos a noches sin estrellas, que te envidian según pasas. Peléate con ellas, que tú eres más bonito, y bébete sus eternas vidas con pajita, no dejes ni una gota de sueños. Aunque sólo son sueños los que acaban en tu cama.
Cuando nos abrimos con los ojos, a tientas trato de errar en aquel interior para que no seas tan perfecto que te me escapes de las manos. Desde que me tocaste te considero poema de uso personal, que ni la brisa te toque.
¿Nunca te preguntaste por qué no te hice pedazos? porque siempre lo consigo. Y tú eres diferente. No quiero que veas los vestigios de todos los duelos que ha batido mi alma, no quiero que los metas en un recogedor y te los tragues para empatizar con los cristales rotos. Si pudiera ser la misma de antes sólo cambiaría mis ojos hinchados por tus cafés de por la mañana.

03 junio 2013

Al quince con Benedetti.

Pasa que paso
tu rostro
por mis huellas dactilares,
quince.

Pasa que paso
la vida viendo
cómo errarte,
quince.

Pasa que paso
mi vista por ese andar,
quince, mi resaca de domingos,
mi locura de lunes.

Pasa que paso
este viaje pasando
mi caminar por el vagón
que nos separa, quince.

Pasa que paso
llevando mis ideas
por el mundo hasta
que se pasan, quince.

Pasa que paso
pasando mis manos
por tu región más celestial,
quince.

Pasa que pasó
las distancia colgada de ti
cuando a mi ya me habías
ahorcado, quince.

Pasa que pasó
que no me echaras de menos,
mas muérete de ello
si insistes, quince.

Pasa que pasó
rápido ese otoño, quince,
hojas del Retiro
en tus ojos.

Pasa que paso
de verte ahí tirado,
ven desde otro cielo,
no me dejes sola, quince.

Pasa que pasó
un paréntesis
y nos atrapó
en mitad del texto, quince.

Pasa que paso
de recuperar la eupepsia
con cualquiera
cuando te marches, quince.

Pasa que paso
de recorrer, solitaria,
España en moto, sin ti,
quince.

Pasa que pasó
un qué sé yo entre los dos
y si no vas a ser eviterno,
mejor márchate, quince.

01 junio 2013

Quizá hemos aprendido que en un metro cuadrado sobra espacio, 
y que la lluvia no está tan mal si vas de charco en charco.

Quizá hemos observado que las vistas son mejores
desde la espalda de quien te hace el amor.

Quizá hemos bailado canciones que jamás podremos traducir.
Incluso versos que siempre supimos escribir.

Quizá hemos volado con brisas procedentes
del último hálito de alguien especial.

Quizá un ojalá haya descarrilado por tus clavículas
y vaya en dirección mi cama por la calle de la nada.

Quizá la vida se haya quemado y esté echando humo.
Desde un cenicero, o desde ti, que ardías pensando en mis bragas.

Quizá nos hemos confundido de barca, cariño,
y esta sólo improvise nuestros epitafios por el camino.

Quizá quisiste intentarme y acabaste haciéndome.
Cosas de la muerte y sus maneras de matar.

Quizá la salida de emergencia que cogimos,
sólo era el comienzo de otro incendio.

Quizá hemos desdibujado los quizás y
hemos preferido depender del sexo
que de las dudas.

26 mayo 2013

En la cama
salpicada de insomnios,
ya no se puede pensar.
Busco que nos den las seis.
Y lo que surja.
Aunque hace falta más de una noche
para callarme las certezas.
Quien habla de una luna,
piensa en cien.
Es fácil tenerte una vida.
Por eso quizá te pido siete,
y que me hagas sentir callejera
como un gato.
Podría ser rubia de bote
y que me quisieras menos.
Rindiendo culto a otro Dios
eres más infiel que tirándote
a otra.
Solíamos conocernos,
y quedábamos en alguna que otra buhardilla
a conocernos peor.
Esta lencería negra,
de luto amor, por ti,
por nuestras desavenencias
y sacarte los ojos porque
el amor es ciego.
Salir de la cama a ratos
para querernos enteros.
De ver pasar vagones
a reírnos de ellos.
Para qué dar más rodeos
si yo me marcaba los míos
encima tuya. En definitiva,
compartirte sería morir.
Pero tengo un suicidio tan bonito
que te comparto con la poesía.
Será puta.
Los desastres podrían llamarse como tú.
Que te follabas al folio y escribías erotismo,
y hasta al erotismo ponías cachondo.
Devastador.

22 mayo 2013

Perdona que te diga que no me importa si algún día te vas. Pues para mí nunca estarás ausente.
¿Acaso no puedo mantenerte vivo? exigiría a los demás que adoptaran tu forma de hacerme el café o de hacerme en la mesa de la cocina. Tatuaría en todos ellos los hoyuelos que te salen al reírte, mi vida, hasta los besos que jamás me diste. Implantaría por norma que me quitaran la ropa al ritmo de nuestra canción favorita, esa que bailábamos por las bahías de toda España. Obligaría a que me tiraran la copa encima como tú hacías para secarme a orgasmos. ¿Acaso no puedo mantenerte vivo? me adelantaría a ellos al caminar para que imitaran tu andar cansado, les pondría los ojos de color marrón que asusta. Desde que te fuiste no digiero otros mordiscos, y cuando veo tu foto recupero la eupepsia. Recuerdo que me decías lo bonita que estaba en los huesos. ¿Acaso no puedo mantenerte vivo? es abstrusa esta obsesión, pero no quiero que te vayas. Suplicaría a cualquiera tus buenos días de notas en blanco y tus largas conversaciones en silencio. Les impetraría hacerme los versos que me haces en los días de lluvia. Imploraría unos 'te quiero' de escasas repeticiones e intensos hechos. Tú tan eviterno como los ángeles y ellos tan pasajeros como el tren que nos separa.


Acaso... ¿no existo sin que tú estés vivo? Sin interrogación.
Quise pasar página sin manos pero, lamí mi índice para facilitarlo y la hoja estaba envenenada.
A veces quizá les creía cuando me decían que el amor con amor se cura. Eso si se le podía llamar amor.
El problema es que me dijo 'Te prometo algo erótico', y entendí 'caótico' y se armó la de dios, yo que amaba los desastres y ni quería oír hablar de sexo a esas alturas. De alturas va mi vida desde que decidí cambiar las vulgares zapatillas por unos tacones de ensueño, que generaban envidia, me hacían sentir mujer, ver el mundo desde otra perspectiva y pisotearlo todo un poco. Supe que me los quedaría porque me hacían el amor y las zapatillas tan sólo me follaban, si les apetecía.

12 mayo 2013

Qué bonito confiar en una moneda las decisiones más importantes de una noche, ¿no?
Que si es cara lo mismo te muerdo y si es cruz, también. Pero no sé.
Fijaos que de elegir entre prioridades siempre preferimos que salga algo. El problema es que me veían nítida a las cinco de la mañana y desdibujada a las cinco de la tarde. ¿Quién podía elegir entre eso?
Qué calvario ni qué calvario. A ver si se nos pierde la moneda y me eliges tú, ¿no?
Menos mal que sabes besar, porque sin la moneda no entendías de nada más que desear que saliera cruz para volverme a empotrar contra la mesa.
Saliera lo que saliera la noche iba a ser sublime, sinónimo de desastrosa en este caso.
No quiero volver a tirar monedas. Una noche sólo buscaba ahuyentar el frío y un café, solo. Tiré una y acabé en las entrañas de un hostal haciendo maravillas, qué cosas.
Quien sabe si mis padres creían más en el destino y dejaban la vida pasar o creían más en el azar y quedaban para tirar monedas a una fuente.

El caso es que salió una cara cuando nací y ni me he enterado.

07 mayo 2013

Mi acción buena del día será ser incorrecta, y recordarle.
Era como un juego de ajedrez, pero esta vez el rey se tenía que comer a la reina. A las seis de la mañana era cuando me decía 'reina estarás más guapa encima mía', y los caballos dejaban de hacer eles.
Él era como era, pero a veces pienso que a mi también me daría miedo querer a una chica como yo, que me tomo el café frío y sin azúcar, y el whisky caliente que no hay quien se lo beba.
Cada noche derramaba sobre mí centenar de remordimientos, y me cosía a orgasmos, preciosos por cierto. Una noche pasó de usarme como musa a vomitarme mierda. Él y sus manías. La noche de los cristales rotos la hago llamar, aunque los cristales fue lo único que no se rompió.
Los vecinos pensaban 'como follan, vaya movida' y nosotros sólo pensábamos 'estamos jodidos'.

06 mayo 2013

Mis ojeras ya son seis ceniceros a medio llenar. Me veo en el reflejo del televisor, elegante, escuchimizada, esbelta. Desde la altura de unos Gucci contemplo aquella cicatriz en mi nalga, vete tú a saber quién me había estado mordiendo. Me gusta verme en el televisor, quizá porque en el espejo sólo veo una sonrisa muy de mentira. Un cigarro, una reflexión: Su 'bésame' y mi 'vérsame' eran muy distintos. Me destapo, no sé si por calor o por continuar con la tontería del televisor.
A veces prefería leer en braille cualquier cuerpo que escribir en el suyo, un rosal sin escrúpulos que te acribillaba a navajazos. Quizá fuera un poco masoca, o quizá le quería. El caso es, que me veo muy guapa ahí triste en el televisor.

El enredo de mis pestañas está totalmente desligado del viento y del sexo.

        Por eso mi vida carece de sentido.

05 mayo 2013

Con ser musa de un borracho ya no bastaba. El problema vino cuando le decidí abrir más el corazón que las piernas, cuando pasó de romperme las medias y me rompió el alma.
Quizá el problema es que dejó de beber, y a veces las poesías que soltaba ebrio no era capaz de canalizarlas sobrio.
No le odiaba, le escribía. Que es peor.
Sólo me tenía cuando se follaba mis lágrimas, y no mis borracheras, que es lo que enamora a una mujer. Creo.
Tan atractivamente vacío que cuando se perdía, bebía, y de nuevo a mis piernas. Qué vértigo.
Yo le quería a veces, él a mí veces.

     ¿Y si se enamoró estando borracho?

28 abril 2013

Llevaba un caballero por octubre, 
la luna a cuestas sin más equipaje, 
pues no hay sol más lúgubre 
que un sol sin su luna de traje.

Destinos hacia un parque
verde como esas dos locuras, 
buenas noches quiero darte, 
mas en mi cama serían tu cura. 

Diciembre, mes para tristes,
apóptosis progresivo, 
tu camisa en mis hombros si insistes, 
imagina no habernos vivido. 

Hagamos arte.
Tomaré tus andares, toma mis pesares, 
lluéveme a mares, silencio y no pares. 
Piel que arde.

Buenos días quince veces,
me sobra toda cerveza, 
te veo y ni apareces 
pues contigo tuve la certeza.

El poema a medias, las medias por el suelo, 
la impotencia acecha con sus rojos pintados. 
Desvestirte como consuelo 
y la distancia en todos lados. 

Orgamos de relaciones textuales,
tu marrón miel en los labios, 
Y en vena, dosis mortales. 
Tuya, borracha de Larios. 

Alquilar un mordisco en tu cuello, 
tiempo de vernos, 
alimentarnos de ello, 
prohibido movernos.

Escribir versos sin acabar, 
muriéndome en tus costillas. 
Cariño, déjame de matar,
báilame a pastillas. 

Invierno en las cortinas,
verano en las ganas, 
primavera en tus ojos, 
y siempre otoño en el corazón.

16 abril 2013

'Hace mucho que el lobo dejó de perseguir a Caperucita para dedicarse a la poesía venerándola. Me gustaría saber si me recuerda como una niña indefensa que iba siempre por el centro de Madrid en busca de no sé quién con una vespa'
Me sacó de mis pensamientos un joven camarero, que dejó un café sobre uno de los únicos rincones libres de la mesa llena de borradores desdibujados. Curioso aquel bar cualquiera de Malasaña.
'Fue extraño, fue su cuerpo un modo de vida. Sus costillas me encerraron, sus ojos eran la duda existencial de los domingos, los sábados ya padecíamos una descarada resaca de tanto querernos. ¡Mira su clavícula derecha! Desde ahí me suicidé yo'
El café, y qué café, ya tenía poco de café. Podríamos decir que hasta la última paloma se fue porque no me soportaba.
'- Niña de Venecia en los ojos, París en los labios y Roma en la entrepierna - me decía siempre'
La cuenta y un par de monedas de propina pesaban en mi bolsillo y las tiré. Un tío poco común, de los que te follan con la mirada me cruzó, un déjà vú de esos tontos: tú y yo ya nos hemos mordido antes.
El mundo no está hecho para morir de amor.

25 marzo 2013

Juré no tirar la mierda que escribía a la basura pero siempre caía en la misma trampa, la miraba a ella y todo lo demás me sabía a poco. Imaginaos como es tener encima a una mujer con la que has estado soñando día tras día... pues que no te lo puedes creer. Fumar Lucky Strike en la ventana siempre fue mi mayor alivio pero su ausencia no se curaba ni con vendas bendecidas por Dios. Esa mujer me estaba quitando la vida, yo que nunca había necesitado nada y ahora me veía atado por sus caderas, preciosas, dirigidas por unas pálidas piernas que de finas parecía que se iban a romper en dos pasos que dieran. Siempre que se vestía no la dejaba que lo hiciese, pero cuando me prohibía que la interrumpiese pensaba 'qué desperdicio', taparse un cuerpo tan como el suyo era un pecado. No era un cuerpo exuberante de la típica Barbie por la que mataría cualquier tío parece ser. Sino que poseía un cuerpo especial, de esos en los que hay que detenerse para fijarse en él, de esos con los que todos los hombres sueñan y nadie admite: era de juguetona estatura, delgada de curvas suaves aunque firmemente marcadas, finura en cada una de sus facciones. Tenía buena ortografía, era preciosa y adicta al sexo, algo así como perfecta. Amaba de ella que, después de haber arrasado la habitación cual reloj con el tiempo, me hiciese un café exquisito que sólo he probado de ella, la mañana siguiente. Yo la escribía y ella me dibujaba, en ocasiones nos fumábamos. Era una tía insoportable cuando dibujaba, nadie la podía molestar o elevaría la voz descaradamente. Era hacerse su moño desganado y evadirse del mundo para irse a otro en el que nada podía inmiscuirse. Pocas cosas amaba de ella parece ser, ¿no? Yo era el tonto que la hacía reír... y ella, ella era mi vida.

13 marzo 2013

Desde algún desván de Madrid la vi pasar, andando de una manera inocente. Desde aquella tarde fumarse un 'piti' allí era mi gloria y no el instante de saciar mis penas con humos de desolación. Cada día atravesaba la Gran Vía sin hacer ruido, yendo a saber dónde. Parecía que iba descifrando el mundo pues miraba los edificios con aires de 'esta casa será mía'. Y lo cierto es, que yo siempre pensaba en un 'será nuestra'. Me llamó la atención y ya era motivo suficiente como para perder la cabeza. Y se la dí. Se la dí entre unas sábanas una noche de otoño, calles más abajo de aquel alivio de desván. Ella se hacía llamar 'la mar', dicen que porque una vez penetrabas en sus ojos era imposible salir. Pero, no sé si fueron sus ojos, o toda ella, porque podría pasar por el pecado aquel monumento de mujer, que a pesar de su altivez, cuando hablaba florecía el mundo cual primavera. Tenía una voz que sabía a Legendario con chocolate, dulce y adictiva. Para mí era tal diosa que cuando me tocaba llovía, y si no llovía, hacíamos desatar tormentas en un cochambroso estudio que era nuestro templo. Le rendí culto todos los días de mi vida, a la mujer de los ojos utópicos.

20 febrero 2013

Como cada mañana, vistiendo de traje, cara larga y café, me disponía a evadirme del hogar camino del trabajo. Aquella oficina hasta arriba de gente de vida idealizada cada día era más nauseabunda. Horas pasaban y ya me encontraba en un tren, malditos trenes, esperas eternas para trayectos breves, menudo horror. Algo me aliviaba observar el rostro, los gestos, de personas que colindaban con mi pesimismo. Al subir las escaleras para ascender al mundo y ver que de nuevo Madrid era nocturno, provocaba más suicidios que la ausencia. Cuando el día no avecinaba que las cosas fueran a peor, los vi. Eran dos jóvenes, bella era la imagen y abrumadora era la situación. Él parecía picarla, y ella le pegaba cual niña pequeña. De repente, tras cientos intercambios instantáneos de sonrisas calladas, ella se va, pero cual era la sorpresa de la chica al verse cogida del brazo masculino que tiraba de ella. Terminaron besándose. Para más inri, ella rodeo su cuello con sus finos brazos y el posó ligeramente las manos en su trasero. Era una imagen que me hizo sonreir a pesar de tal pésimo día. Al llegar a casa, me di cuenta de que quizá habia hecho algo ilegal, como fotografiar sin permiso aquella escena, pero era tan bonita que apenas me lo pensé, no lo pude resistir. Mostré la foto a mi mujer, con la que no atravesaba momentos fáciles, y al verla, sonrió. Sonrió como nunca antes, sonrió con la belleza de los cerezos orientales en primavera, como cuando éramos así de jóvenes y sólo nos bastaba besarnos para ser felices. Desde ese día somos otro matrimonio, y no sé qué tuvo esa fotografía para influir tan benevolamente en mi vida. Desde ese día busco perdidamente a los jóvenes para darles las gracias, de corazón.

18 febrero 2013

Un día amaneció con las nubes negras. Nada avecinaba lluvia pero la vida crecía entre matices grises. La cortina ni siquiera estaba abierta, para qué.
Un día normal, se creía el mundo. Una rutina que para nada buscaba superar lo extraordinario. Caras largas, mentiras, sonrisas falsas. Nadie parecía quererla. Una llamada lo cambió todo. Jodidos hipócritas, no tenéis medida. La veían siempre sonriendo y ese día su sonrisa faltaba y se notaba. Llovía. Sonaba imposible eso de que tuviera más de cien cortes, quién lo iba a creer. Días de larga espera, que si el cielo que si el mundo, personas yendo y viniendo, aunque al final todo desencadenó en lo que el mundo pensaba al verla postrada en cama. Cuando ella ya no estaba, la Luna pudo darse cuenta, tarde, de que sí había alguien que la quería.
Aquel chico la esperaba todas las noches a la misma hora a los pies del mar, encontrando poco más de una dolorosa ausencia que retumbaba en las rocas en las que moría dicho mar. Aquellas chicas imitaban su risa, quizá también intentaban que su presencia callada volviese a estar, aunque nunca lo consiguieran. Aquellos chicos extrañaban los andares de esa niña de la que jamás sabrán el nombre. Ellos ya no saben a quién recompensar el esfuerzo. Y es que ella desde allí arriba, sonríe al darse cuenta de que el otoño la echa de menos, por ello cada vez que llora, llueve, como el día en que murió.

14 febrero 2013

La realidad, ese apóptosis progresivo.
Qué no te hacía, arte. Tu voz se rompe en las lilas.
Cantas llamas que no existen. Apareces en mi puerta.
Entras sin llamar, me ves desnudándome en el paraíso de mi memoria.
Despertar de la mano de su respiración. Siempre como la primera vez.
Veintisiete domingos, quince rosas, un destino.

07 febrero 2013

Ese instante que no se olvida. Todavía Febrero, ¿Octubre dónde te quedas?
Una figura entre las sombras, sí. Silueta masculina perfecta, grácil forma. Pelo de un oscuro aterciopelado abrumador; rostro rosado de cejas esbeltas, ojos de un marrón que se me antojaba al chocolate que me untaba cuando hacíamos el amor, labios que más quisiera aquel poeta poseer; cuello para agarrar, torso para desvestir, brazos sin una muerte definida, manos de acaríciame aquí que me pierdo, dedos de pianista, cuerpo fácil de anhelar; ¿piernas? muslos como cuerdas que te ahogan.

Un chico entre las sombras, sí. La bondad como las inundaciones, por cubos. Sus pestañas tan enrevesadas como hipnóticas sujetaban mis noches. Me retaba. Una mirada era suficiente para hacer estallar guerras que acababan no sé cómo, en su cama. No te vayas, qué dices, vete. 'Atrévete a sorprenderme' le suplicaba sin palabras, y me entendía. 'Mañana quizá todo haya cambiado' y luchaba. 'Esto que estamos haciendo no está bien' y sabía que era peligroso desde el principio.

El hombre de mi vida entre las sombras (sábanas), decían, sí. No somos un poema escrito en un muro cualquiera de Madrid pudiéndose desvanecer por los fenómenos del destino. Sino que, el arte quedaría grabado de por vida como un tatuaje hecho a fuego.

24 enero 2013

La noche no es oscuridad, qué va.
Altivez, que me encantas.
La verdad estalla en mis deseos. Oye, ven, qué dices.
Escribiendo sin adjetivos,
así fue cómo empezó todo, ya ves.
Que amanecimos a la mañana siguiente como San Francisco tras el terremoto. 
Devastador.

12 enero 2013

Una casa. Ya sabéis, una casa. Una casa blanca como su tez, alumbraba las alturas de la costa. El mar embravecido avecinaba tormenta, la sal revoloteaba en el ambiente y se acoplaba en mis cabellos. Tardes de esas que invitan a pasear, arena entre los dedos. Vegetación de un hermoso verde colindaba con la casa que reinaba el lugar. Nubes hacían del sol algo pálido y sin vida, el día se apagaba y las calles se encendían a la par. Una gota de lluvia me cayó sobre la palma de la mano, erizando todo mi cuerpo. El cielo hablándome 'Échale de menos pero no le busques'. La lluvia había metamorfoseado ya mi pelo liso en algo imposible de dominar. La ventolera se introducía bruscamente en el abismo de mi vestido, azul, su color preferido. Empapada y sin rumbo, la arena pegada, los ojos en llanto. '¿Qué haces que no bajas?'. La muerte postrada a los pies de aquel escarpado barranco, caminó hacia a mi, me besó y me desvistió. La casa mirando. Todo me recordaba al del torso delgado.

Silencio. Carencia de ilusión. Miro a la izquierda y vacío. Miro a la derecha y gente vacía. El recuerdo de aquellas tardes pesa. La distancia me humilla, el corazón llora. Miro al frente, y críticas, mundo sin sentimientos. Silencio.

Silencio. Eco de llantos, necesidad de muchos, miedo de tantos. Ni cuándo surge ni por qué, sólo silencio.


Silencio en las calles, vaga tu recuerdo y llueve. Farolas apagadas, gente corriente, qué pena que amen lo común. Silencio.


Silencio en la mirada, labios pálidos que no besan, aliento entrecortado, voz que vacila tu nombre. Silencio.


Silencio en la muchedumbre. ¿Qué hago aquí sin ti? Tus andares bailan mi vista, muérome en tus manos, tu rostro elevado a grado divino. Y, ¿ahora que no estás? Silencio.