Así, con la soltura de quien lleva cien vidas vividas, me hizo el amor; mas me besó con la ineptitud del recién nacido que sólo sabe que ha venido al mundo para llorar.

23 septiembre 2013

Me miraba como se mira a los difuntos, echando de menos, con la sensación de que jamás volvería a olerme. Su tez doraba vislumbraba al sol y aún así el tren nunca llegó a pararse. Seguía hacia el paraíso de las caricias perdidas, donde los que no saben amar van a esconderse. Allí estaba hasta que la calidez de sus labios devolvía el color a mi carne. Cuando se acerca, puedo oír el mar embravecido, algo así como suplicando llevárselo. Pero ya no hay marcha atrás, está conmigo aquel hombre en estreno, y le ato, le ato con mi voz para que asocie la felicidad con mis cuerdas vocales. Le ato, para que si algún día se olvida de mí, le ponga mi voz a todas las mujeres, y se vuelva loco pensando que la luna también sabe hablar.

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