Así, con la soltura de quien lleva cien vidas vividas, me hizo el amor; mas me besó con la ineptitud del recién nacido que sólo sabe que ha venido al mundo para llorar.

22 noviembre 2012

Es algo triste eso de prohibir la salida a toda la magia que tu corazón aguarda por expresar. Últimamente ni yo me entiendo ni me quiero entender. La vida me ha cohibido del orden y me ha arrojado, sin permiso, a un abismo del que es difícil salir, como la droga, casi imposible, pero, ¿yo he intentado salir, quiero salir? resuena el eco. Cuando creo haber recobrado la cordura, aparece con su típico uso de palabra que me borra todo, me pierde y me secuestra. Aún no he logrado hallar aquello que me hace, que tan perdida me deja y tan por dentro me quema. Una palabra suya es capaz de hacerle recobrar al mundo su sentido. Ciertamente ando en deseos, ando en deseos de quién sabe qué tipo... de aclarar esta locura, porque como tal me hace carecer del total sentido de la razón, de la seriedad. Incluso me hace expresarme mal, no sé ni qué escribo en este momento en que mi persona se halla. Defensora de la improvisación y tan medrosa ante un impulso, ese que me quita el sueño cada noche que a la luna le da por verte. Pesadilla de cada día que daría fin confesando cualquier aseveración proveniente de las venas que cubren mi agitada sangre. Lo cierto es que llego a venerarte.

17 noviembre 2012

Dicen los locos como yo, que el arte está en sacrificar suaves pasiones por otras más fuertes. ¿Quién soy yo para enamorarme de un maldito gesto? Que he notado que me miras cuando yo apenas me veo. Que me sientes cuando el mundo ya no es capaz de sentir. ¿Quieres un consejo? Corre hacia la chispa, sabes a lo que me refiero, no te hagas el desorientado y cógela, en esta sociedad de sentimientos paupérrimos, ¿qué más esperas?. Una sonrisa, no sabes lo que haría yo con una sonrisa, y vosotros ahí buscando porqués a la vida. Qué triste eso de hacer listas dando prioridad a las sensaciones, qué celestial eso de los detalles nacientes del alba del alma de alguien, de entenderse con la mirada, de estar expectante a aquellas sorpresas que contiene la rutina diaria.

04 noviembre 2012




Siempre criticaron nuestra forma de querernos, tan pasional que escapa a las leyes de la naturaleza. Tú tan roca, yo tan cristal a la hora de romperse ante una discusión. Un simple mal gesto, penetraba en mi alma y se instalaba allí hasta que fuese olvidado, pero nunca desechado. Guardabas tus puntos de vista como oro en paño, jamás llegué a saber con seguridad que me querías, que me echabas de menos cuando no estaba, o que amabas verme por tu casa. Un día, unas cervezas antes de decirnos adiós y una confesión. Ya tan acostumbrada al dolor que ni el verso más preciado pudo remover algo en mi interior. Era triste, pero real, la fuerza sobrenatural que me había llevado siempre a soportar cualquier sufrimiento, había acabado por desvanecerse, por hacerme inmune, y ya nada parecía enloquecerme, ni la furia ni la ilusión.
Cierto es, que determinado día el destino me puso a prueba una vez más, pues puso en mi camino un obstáculo difícil de superar. Apareció en mí aquello que todos esperamos en la vida y que muchos desisten de tanto aguardar. Una oportunidad que varios desechan y muchos mueren por aceptar: alguien, la palabra es, alguien. Alguien que se te escapa de las manos, alguien que hace que pienses de verdad que has encontrado lo que sólo un par de personas entre infinitas consiguen encontrar.