Así, con la soltura de quien lleva cien vidas vividas, me hizo el amor; mas me besó con la ineptitud del recién nacido que sólo sabe que ha venido al mundo para llorar.

26 mayo 2013

En la cama
salpicada de insomnios,
ya no se puede pensar.
Busco que nos den las seis.
Y lo que surja.
Aunque hace falta más de una noche
para callarme las certezas.
Quien habla de una luna,
piensa en cien.
Es fácil tenerte una vida.
Por eso quizá te pido siete,
y que me hagas sentir callejera
como un gato.
Podría ser rubia de bote
y que me quisieras menos.
Rindiendo culto a otro Dios
eres más infiel que tirándote
a otra.
Solíamos conocernos,
y quedábamos en alguna que otra buhardilla
a conocernos peor.
Esta lencería negra,
de luto amor, por ti,
por nuestras desavenencias
y sacarte los ojos porque
el amor es ciego.
Salir de la cama a ratos
para querernos enteros.
De ver pasar vagones
a reírnos de ellos.
Para qué dar más rodeos
si yo me marcaba los míos
encima tuya. En definitiva,
compartirte sería morir.
Pero tengo un suicidio tan bonito
que te comparto con la poesía.
Será puta.
Los desastres podrían llamarse como tú.
Que te follabas al folio y escribías erotismo,
y hasta al erotismo ponías cachondo.
Devastador.

22 mayo 2013

Perdona que te diga que no me importa si algún día te vas. Pues para mí nunca estarás ausente.
¿Acaso no puedo mantenerte vivo? exigiría a los demás que adoptaran tu forma de hacerme el café o de hacerme en la mesa de la cocina. Tatuaría en todos ellos los hoyuelos que te salen al reírte, mi vida, hasta los besos que jamás me diste. Implantaría por norma que me quitaran la ropa al ritmo de nuestra canción favorita, esa que bailábamos por las bahías de toda España. Obligaría a que me tiraran la copa encima como tú hacías para secarme a orgasmos. ¿Acaso no puedo mantenerte vivo? me adelantaría a ellos al caminar para que imitaran tu andar cansado, les pondría los ojos de color marrón que asusta. Desde que te fuiste no digiero otros mordiscos, y cuando veo tu foto recupero la eupepsia. Recuerdo que me decías lo bonita que estaba en los huesos. ¿Acaso no puedo mantenerte vivo? es abstrusa esta obsesión, pero no quiero que te vayas. Suplicaría a cualquiera tus buenos días de notas en blanco y tus largas conversaciones en silencio. Les impetraría hacerme los versos que me haces en los días de lluvia. Imploraría unos 'te quiero' de escasas repeticiones e intensos hechos. Tú tan eviterno como los ángeles y ellos tan pasajeros como el tren que nos separa.


Acaso... ¿no existo sin que tú estés vivo? Sin interrogación.
Quise pasar página sin manos pero, lamí mi índice para facilitarlo y la hoja estaba envenenada.
A veces quizá les creía cuando me decían que el amor con amor se cura. Eso si se le podía llamar amor.
El problema es que me dijo 'Te prometo algo erótico', y entendí 'caótico' y se armó la de dios, yo que amaba los desastres y ni quería oír hablar de sexo a esas alturas. De alturas va mi vida desde que decidí cambiar las vulgares zapatillas por unos tacones de ensueño, que generaban envidia, me hacían sentir mujer, ver el mundo desde otra perspectiva y pisotearlo todo un poco. Supe que me los quedaría porque me hacían el amor y las zapatillas tan sólo me follaban, si les apetecía.

12 mayo 2013

Qué bonito confiar en una moneda las decisiones más importantes de una noche, ¿no?
Que si es cara lo mismo te muerdo y si es cruz, también. Pero no sé.
Fijaos que de elegir entre prioridades siempre preferimos que salga algo. El problema es que me veían nítida a las cinco de la mañana y desdibujada a las cinco de la tarde. ¿Quién podía elegir entre eso?
Qué calvario ni qué calvario. A ver si se nos pierde la moneda y me eliges tú, ¿no?
Menos mal que sabes besar, porque sin la moneda no entendías de nada más que desear que saliera cruz para volverme a empotrar contra la mesa.
Saliera lo que saliera la noche iba a ser sublime, sinónimo de desastrosa en este caso.
No quiero volver a tirar monedas. Una noche sólo buscaba ahuyentar el frío y un café, solo. Tiré una y acabé en las entrañas de un hostal haciendo maravillas, qué cosas.
Quien sabe si mis padres creían más en el destino y dejaban la vida pasar o creían más en el azar y quedaban para tirar monedas a una fuente.

El caso es que salió una cara cuando nací y ni me he enterado.

07 mayo 2013

Mi acción buena del día será ser incorrecta, y recordarle.
Era como un juego de ajedrez, pero esta vez el rey se tenía que comer a la reina. A las seis de la mañana era cuando me decía 'reina estarás más guapa encima mía', y los caballos dejaban de hacer eles.
Él era como era, pero a veces pienso que a mi también me daría miedo querer a una chica como yo, que me tomo el café frío y sin azúcar, y el whisky caliente que no hay quien se lo beba.
Cada noche derramaba sobre mí centenar de remordimientos, y me cosía a orgasmos, preciosos por cierto. Una noche pasó de usarme como musa a vomitarme mierda. Él y sus manías. La noche de los cristales rotos la hago llamar, aunque los cristales fue lo único que no se rompió.
Los vecinos pensaban 'como follan, vaya movida' y nosotros sólo pensábamos 'estamos jodidos'.

06 mayo 2013

Mis ojeras ya son seis ceniceros a medio llenar. Me veo en el reflejo del televisor, elegante, escuchimizada, esbelta. Desde la altura de unos Gucci contemplo aquella cicatriz en mi nalga, vete tú a saber quién me había estado mordiendo. Me gusta verme en el televisor, quizá porque en el espejo sólo veo una sonrisa muy de mentira. Un cigarro, una reflexión: Su 'bésame' y mi 'vérsame' eran muy distintos. Me destapo, no sé si por calor o por continuar con la tontería del televisor.
A veces prefería leer en braille cualquier cuerpo que escribir en el suyo, un rosal sin escrúpulos que te acribillaba a navajazos. Quizá fuera un poco masoca, o quizá le quería. El caso es, que me veo muy guapa ahí triste en el televisor.

El enredo de mis pestañas está totalmente desligado del viento y del sexo.

        Por eso mi vida carece de sentido.

05 mayo 2013

Con ser musa de un borracho ya no bastaba. El problema vino cuando le decidí abrir más el corazón que las piernas, cuando pasó de romperme las medias y me rompió el alma.
Quizá el problema es que dejó de beber, y a veces las poesías que soltaba ebrio no era capaz de canalizarlas sobrio.
No le odiaba, le escribía. Que es peor.
Sólo me tenía cuando se follaba mis lágrimas, y no mis borracheras, que es lo que enamora a una mujer. Creo.
Tan atractivamente vacío que cuando se perdía, bebía, y de nuevo a mis piernas. Qué vértigo.
Yo le quería a veces, él a mí veces.

     ¿Y si se enamoró estando borracho?