Así, con la soltura de quien lleva cien vidas vividas, me hizo el amor; mas me besó con la ineptitud del recién nacido que sólo sabe que ha venido al mundo para llorar.

22 mayo 2013

Perdona que te diga que no me importa si algún día te vas. Pues para mí nunca estarás ausente.
¿Acaso no puedo mantenerte vivo? exigiría a los demás que adoptaran tu forma de hacerme el café o de hacerme en la mesa de la cocina. Tatuaría en todos ellos los hoyuelos que te salen al reírte, mi vida, hasta los besos que jamás me diste. Implantaría por norma que me quitaran la ropa al ritmo de nuestra canción favorita, esa que bailábamos por las bahías de toda España. Obligaría a que me tiraran la copa encima como tú hacías para secarme a orgasmos. ¿Acaso no puedo mantenerte vivo? me adelantaría a ellos al caminar para que imitaran tu andar cansado, les pondría los ojos de color marrón que asusta. Desde que te fuiste no digiero otros mordiscos, y cuando veo tu foto recupero la eupepsia. Recuerdo que me decías lo bonita que estaba en los huesos. ¿Acaso no puedo mantenerte vivo? es abstrusa esta obsesión, pero no quiero que te vayas. Suplicaría a cualquiera tus buenos días de notas en blanco y tus largas conversaciones en silencio. Les impetraría hacerme los versos que me haces en los días de lluvia. Imploraría unos 'te quiero' de escasas repeticiones e intensos hechos. Tú tan eviterno como los ángeles y ellos tan pasajeros como el tren que nos separa.


Acaso... ¿no existo sin que tú estés vivo? Sin interrogación.

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