08 diciembre 2014
17 noviembre 2014
22 octubre 2014
Si me llamara guerra,
habría ganado todas las batallas habidas.
Batallas en las que,
más vale el perdedor por ganador
que el mismo por perdedor.
Perdedor aquel que no ve cada día cómo te vas.
Así como te has ido puedes volver,
aun sabiendo que no volverás.
Porque volver es tropezar día sí
y día también con mi puta boca.
Boca carente de sentido si no te suspira,
apóptosis de domingo para cualquiera;
menos para ti.
Para ti, que revivías según te mordía
aunque fuera la peor muerte.
Muerte de luna,
que mil y una noches cubría esta ruina.
Ruinas desatadas
cuando rozábamos la voluptuosidad de la cama.
La cama, el centro de nuestra vida;
mi vida.
Mi vida, colmada hasta el tope
o mi vida colmada hasta el tope.
Hasta el tope de la puerta de ese hotel,
ojos de tigre.
Ojos como de tigre
se avecinaron contra mí.
Contra mí fue siempre el mundo.
En un mundo lleno de injusticias,
olvidé,
que la mayor injusticia la cometí yo.
Y lo siento.
26 julio 2014
metáfora sin elemento real,
complemento de régimen que siempre te exige a ti,
el adjetivo sucio de la oración.
Tú:
el núcleo,
antecedente de toda palabrería,
antónimo de anómalo.
Mi delirio:
subrayar lo obvio de ti,
sombrear el título de tus ojos,
analizar sintácticamente la partitura de tu voz,
tu sintaxis inteligible;
sinopsis de por qué se te eriza la piel.
A tu parecer:
sujeto elíptico, estando sin estar.
Vida de disyuntivas,
sustantivo sin sentido,
sinónimo de la sinestesia: amarillo chillón,
las copulativas sólo en las frases.
Efecto:
Podían volar cabezas y llenarse todo de verbos sin usar,
pero es hora de irse.
Aun así, perfecta la simbiosis.
Inquietante es ver cómo se quedó en la mente de todo aquel que la había visto, ya que iba sin hacer ruido.
De entre los seres más complejos ella era la primera, alguien sumido en las manías más insanas habidas y por haber. Obsesionada estaba con los espejos, buscaba uno cada hora y si le desagradaba su reflejo modificaba sus habituales barbaridades. Era una chica cambiante pero muy guapa, horrible para ella misma y celestial para los demás. Quizá mi costumbre de recordárselo fue una de las cosas que compusieron su bala mortal. Me miraba con angustia, como repitiéndome "sólo estoy intentando salvarme". Nunca se enfadaba, sólo observaba por la ventana el mundo mojado perdida en pensamientos que sólo ella hallaba y sabía. No sé si me quería, pero sí me agradecía la predisposición de morir con ella en la que se me iba la salud. Basó su existencia en el arte de disimular, actuaba casi sin querer y qué bien le salía siempre todo. Se fue apagando paulatinamente como un día de invierno hasta que la vida se cansó de mantenerla todas las mañanas.
La admiraba tanto como me hubiera gustado admirarme yo. Y la quería.
21 junio 2014
En un lugar de importancia colectiva, de grandes privilegios y monstruos férreos, lleno de personas vacías y vacíos de personas. Predominio de sumisión y esperanzas huecas.
Gobernado por comadrejas de risa irritante que hacen sangrar a los civiles, arrebatándoles todo aquello que llena sus bolsillos de deseos perdidos. Lugar de libertad ilimitada en los papeles y dictadura en las calles, de miseria desconocida por ser discreta pero latente para todos. Donde la jocosidad es un bien escaso en la rutina de algunos y los malabares matemáticos el día a día de todos. Reboso absoluto de desesperación y rabia.
De habitantes caraduras que aprenden a trepar en vez de la fecha de la Guerra Civil o el poema XV de las Rimas de Bécquer, que defraudan y esquivan vertiginosamente aquello considerado como una obligación. Gente maravillosa, en engañar; de comportamiento denigrante, dominado por sus más bajas pasiones y absurdas creencias, pertenecientes a cuchitriles malgastados vendidos a precio de oro.
En un mundo soez, cuya descripción se muestra imposible de concluir, y al que califico personalmente como una chapuza al intento de vivir, nací yo.
26 abril 2014
el miedo,
la vergüenza.
Ponerte en cuarentena,
castigado,
desterrado.
Debí salir buena,
sumisa,
simpática.
- pero -
Salí poeta,
cabrona,
borde.
Como una prostituta cuando sale del trabajo.
- qué se le va a hacer -
Los hoyuelos de tu sonrisa,
creerte aquí
y no estar.
- por haberte echado yo -
Observar el alba
cuando tú decidas.
Matarnos los dos.
- anochece cuando vengas -
Algo me vienes,
tu sonrisa de encaje,
tus hoyuelos rotos.
- no tan rotos como yo -
Dejarte marchar,
último septiembre,
callada sin valor.
- Nos echo mucho de menos -
Iré allí donde huyas,
me acordaré de ti cuando me olvides,
abriré tus puertas cerradas,
porque algo te quiero.
10 marzo 2014
el despojo de un meteorito en el espejo.
Siento tanto, que pido perdón
por no dejar a los demás verlo.
Deberías creerte eterno por esa lozanía pura que tienes.
- He vuelto a hacerlo -
querer que vengas,
que acabe yendo yo
y nos perdamos ambos,
no una,
ni dos,
- sino tres veces -
como dos aves recién llegada la primavera.
Prima la vera a tus cortes de mangas
antes que a tus cuentos rosas, debes saber.
Así como los días que te afeitas
sobre los que decides atravesar la maleza.
Así con la soltura de quien lleva cien vidas vividas,
me hizo el amor;
mas me besó con la ineptitud del recién nacido
que sólo sabe que ha venido al mundo para llorar.
Sin ser literal, estamos tan fundidos como el reloj de Dalí.
25 febrero 2014
Que no sabe que corta el tráfico de la Gran Vía cuando me saluda con la mano; figura grácil de bordes oblicuos, abstracto trazado por la madre de todos, pero sobre todo la suya. Rompe las paredes cuando desnudo se apoya después de hacerme volar como el aire acelerado por un ventilador.
El desastre más bonito hecho persona,
padre de la peculiaridad, un ápice de locura inundada.
Dónde estará si no a mi vera,
donde se ha dejado a mi vicio la primavera.
Apóptosis diario desde el filo de sus labios,
gruesos para comerme mejor.
Y me comió,
el lobo audaz se enamoró
de la Caperucita que sólo sabía escribir de vez en cuando.
«A puñados yo te lo doy»
28 enero 2014
El reloj de la estación de metro volvía a marcar las doce, esta vez en oscuridad. La muchedumbre que abarrotaba las calles hace apenas instantes ha disminuido como la tal Alicia que veía conejos blancos.
- Otro día de esos de anónimos en Madrid -
Tres minutos, corre.
El tren tan tarde llega veloz por las vías,
llega veloz por las vías,
y para lento,
y para.
Jack, cuaderno en mano, era esperanza ya rota. Tantas estaciones como minutos en su reloj de muñeca. Repentinamente, un ángel encaprichado en bajar al mundo de los vivos se encuentra delante de él. El rugido de la furia metálica, como empujándolo, obliga a Jack a abrir por vez primera en aquel Martes su cuaderno.
"
"...podría confundirse con una flor de jardín real de la delicadeza que hacía llegar. El viento de la capital había hecho de su pelo un abismo de bellos enredos castaños cual nidos de golondrinas. Perfecta figura grácil sobre un asiento demasiado vulgar si un trono se merece. Se humedece los labios sin que nadie más pueda hacerlo en su lugar, terriblemente cruel. Las tinieblas de sus cabellos dejan entrever poco a poco aquel valle de los caídos, lleno de verdor, en su más notorio auge. Criatura querida por los dioses, la distraída. Incluso su sombra se me antoja dicharachera bailando al ritmo de los zumbidos del tren..."
Milésimas de segundo,
y para el tren en Plaza,
y para.
Atónito, Jack observa cómo la musa de sus últimos pensamientos se desvanece. Pero no puede haber escritor sin musa.
Y sólo a media voz pronunciar pudo "Eres mi casa, Madrid de ojos verdes"
07 enero 2014
de vida desordenada,
no tenía nada claro, se mordía el labio.
Carecía de sencillez, le sobraban los tacos.
Se enfadaba a menudo, se le marcaban las clavículas.
Sus pupilas se dilataban, se reía.
Fumaba a ratos y me quería a medias.
Me miraba intenso, me comprendía lento.
Creía que nadie estaba a su altura,
llegué yo y se puso tacones.
Ella no me atraía para nada.
Aunque supongamos que me baila en la cornisa del piso décimo quinto.
Me empezaría a matar un poquito.