Así, con la soltura de quien lleva cien vidas vividas, me hizo el amor; mas me besó con la ineptitud del recién nacido que sólo sabe que ha venido al mundo para llorar.

22 octubre 2014

Si me llamara guerra,
habría ganado todas las batallas habidas.

Batallas en las que,
más vale el perdedor por ganador
que el mismo por perdedor.

Perdedor aquel que no ve cada día cómo te vas.

Así como te has ido puedes volver,
aun sabiendo que no volverás.

Porque volver es tropezar día sí
y día también con mi puta boca.

Boca carente de sentido si no te suspira,
apóptosis de domingo para cualquiera;
menos para ti.

Para ti, que revivías según te mordía
aunque fuera la peor muerte.

Muerte de luna,
que mil y una noches cubría esta ruina.

Ruinas desatadas
cuando rozábamos la voluptuosidad de la cama.

La cama, el centro de nuestra vida;
mi vida.

Mi vida, colmada hasta el tope
o mi vida colmada hasta el tope.

Hasta el tope de la puerta de ese hotel,
ojos de tigre.

Ojos como de tigre
se avecinaron contra mí.

Contra mí fue siempre el mundo.

En un mundo lleno de injusticias,
olvidé,
que la mayor injusticia la cometí yo.
Y lo siento.

No hay comentarios:

Publicar un comentario