Así, con la soltura de quien lleva cien vidas vividas, me hizo el amor; mas me besó con la ineptitud del recién nacido que sólo sabe que ha venido al mundo para llorar.

07 enero 2014

Ella era ruda, bella testaruda,
de vida desordenada,
no tenía nada claro, se mordía el labio.
Carecía de sencillez, le sobraban los tacos.
Se enfadaba a menudo, se le marcaban las clavículas.
Sus pupilas se dilataban, se reía.
Fumaba a ratos y me quería a medias.
Me miraba intenso, me comprendía lento.
Creía que nadie estaba a su altura,
llegué yo y se puso tacones.

Ella no me atraía para nada.
Aunque supongamos que me baila en la cornisa del piso décimo quinto.
Me empezaría a matar un poquito.

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