Así, con la soltura de quien lleva cien vidas vividas, me hizo el amor; mas me besó con la ineptitud del recién nacido que sólo sabe que ha venido al mundo para llorar.

05 mayo 2013

Con ser musa de un borracho ya no bastaba. El problema vino cuando le decidí abrir más el corazón que las piernas, cuando pasó de romperme las medias y me rompió el alma.
Quizá el problema es que dejó de beber, y a veces las poesías que soltaba ebrio no era capaz de canalizarlas sobrio.
No le odiaba, le escribía. Que es peor.
Sólo me tenía cuando se follaba mis lágrimas, y no mis borracheras, que es lo que enamora a una mujer. Creo.
Tan atractivamente vacío que cuando se perdía, bebía, y de nuevo a mis piernas. Qué vértigo.
Yo le quería a veces, él a mí veces.

     ¿Y si se enamoró estando borracho?

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