Así, con la soltura de quien lleva cien vidas vividas, me hizo el amor; mas me besó con la ineptitud del recién nacido que sólo sabe que ha venido al mundo para llorar.

14 octubre 2013

Sí.
Lo sé.
Sí era él.
Tenía los ojos oscuros,
unos labios carmesí para persuadir,
gruesos, tan gruesos como dos míos.
En su tez los despojos de vida,
tan dura como olvidada, de abismos tan eternos.
La bruma de sus cabellos se me antoja lúgubre,
mas la arena de su tacto eclipsa al mismo mar.
De atractiva belleza con aires insondables, como si grisácea
fuera, entre una cosa y otra, cruda verdad.
Ocre es la luna esta noche abstrusa,
el champán brinda por ti
y qué no daría yo.
Irte, perderte y morir.
Sí era él.
Lo sé.
Sí.

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