Así, con la soltura de quien lleva cien vidas vividas, me hizo el amor; mas me besó con la ineptitud del recién nacido que sólo sabe que ha venido al mundo para llorar.

16 abril 2013

'Hace mucho que el lobo dejó de perseguir a Caperucita para dedicarse a la poesía venerándola. Me gustaría saber si me recuerda como una niña indefensa que iba siempre por el centro de Madrid en busca de no sé quién con una vespa'
Me sacó de mis pensamientos un joven camarero, que dejó un café sobre uno de los únicos rincones libres de la mesa llena de borradores desdibujados. Curioso aquel bar cualquiera de Malasaña.
'Fue extraño, fue su cuerpo un modo de vida. Sus costillas me encerraron, sus ojos eran la duda existencial de los domingos, los sábados ya padecíamos una descarada resaca de tanto querernos. ¡Mira su clavícula derecha! Desde ahí me suicidé yo'
El café, y qué café, ya tenía poco de café. Podríamos decir que hasta la última paloma se fue porque no me soportaba.
'- Niña de Venecia en los ojos, París en los labios y Roma en la entrepierna - me decía siempre'
La cuenta y un par de monedas de propina pesaban en mi bolsillo y las tiré. Un tío poco común, de los que te follan con la mirada me cruzó, un déjà vú de esos tontos: tú y yo ya nos hemos mordido antes.
El mundo no está hecho para morir de amor.

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