Qué no te hacía, arte. Tu voz se rompe en las lilas.
Cantas llamas que no existen. Apareces en mi puerta.
Entras sin llamar, me ves desnudándome en el paraíso de mi memoria.
Despertar de la mano de su respiración. Siempre como la primera vez.
Veintisiete domingos, quince rosas, un destino.
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