Así, con la soltura de quien lleva cien vidas vividas, me hizo el amor; mas me besó con la ineptitud del recién nacido que sólo sabe que ha venido al mundo para llorar.
Es enriquecedor que no esté en nuestras manos
Nadie escoge su amor,
nadie el momento,
ni el sitio,
ni la edad,
ni la persona...
Pedro Prado
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