Así, con la soltura de quien lleva cien vidas vividas, me hizo el amor; mas me besó con la ineptitud del recién nacido que sólo sabe que ha venido al mundo para llorar.

16 junio 2012

 'Antes de abrir la última carta lee todas las demás'  Me sorprendía todo lo que aquel chico me conocía cuando había estado tan poco tiempo conmigo.

'Si estás leyendo esto quizá sea porque has decidido volver al origen de nuestra historia, o quizá porque han pasado tantos años que el destino se ha cansado de guardar tu espera y ha acabado con mi vida. En cualquiera de los dos casos, observa con atención la roca en la que solíamos sentarnos a contemplar el mar. No abras la próxima carta sin haber tenido éxito en tu búsqueda' 

Helada por el viento que corría, frío como el último suspiro de una persona antes de fallecer, observé atentamente aquella roca llena de recuerdos. Por un lado, por otro. Finalmente logré encontrar una especie pergamino, deteriorado por la naturaleza. Al abrirlo leí.

 'Si estás aquí...'.

Abrí la segunda carta.

'Siento molestarte en buscar algo que podría haberte escrito en una de estas cartas, pero yo no tengo una manera de hacer las cosas, sino varias, las más inusitadas posibles, ya lo sabes. Dicho esto, camina hacia aquel barranco que verás si ahora mismo levantas levemente la cabeza hacia delante, esa adornada por pintalabios caoba (¿me equivoco?). Busca allí otro detalle peculiar'

Me sorprendía más a cada cosa que decía. Me dirigí hacia el barranco que me indicaban aquella letras, volé como el viento, la curiosidad, la ilusión y una mezcla de un millón más de sensaciones que serían imposibles de identificar me habían llenado el corazón, lo rebosaban de vida. 

'...es porque en ocasiones me has echado de menos, hasta que algo ha podido contigo...' leía en el siguiente pergamino. 
Cada vez sentía más presión en el pecho, yo ya no era una chica, era un corazón que latía.

'¡Has llegado a la tercera carta! Tu curiosidad se halla en donde has estado por primera vez'

¿Por primera vez? Si no conseguía descubrir qué quería decirme con aquellas palabras le habré perdido para siempre. El agua salada del mar golpeaba mis piernas, rebotaba relajando mis pensamientos, abrió mi imaginación, y de repente me golpeó tan fuerte que me di cuenta de que tenía que reaccionar. ¡La casa de su abuela! pensé. Corrí casi sin aliento, sin fuerzas aparentes, descalza por las calles de piedra maciza, con los pies mojados sobre el arcén, ensuciándose de la vida de aquel pueblo. Ella me abrió la puerta sonriendo.
- Toma, te lo mereces.
Abrí el que parecía el último pergamino que tendría que leer, el dorado,  el que me llevaría hasta el final del enigma que me había atrapado durante horas.

'... si ese algo es amor, continúa, búscame. Sin embargo, si tan sólo quieres verme por gusto, por retomar una amistad, o por curiosidad, vuelve a tu hogar y no salgas. No soportaría tener que perderte una segunda vez. Te estaré esperando'

¿Cómo algo que había sido abandonado durante más de diez años no se había desvanecido? Averigüé que vivía en una casa en las afueras de Andorra, donde se había ido a evadirse del mundo tras desistir de cualquier esperanza de volver a verme. Cogí el primer tren que encontré, por primera vez las vías me unirían a él y no me alejarían de su calor. Una hora interminable, había sido el día más apasionante de toda mi vida y aún estaba por llegar lo más maravilloso que podría pasarme. Su abuela me dio la dirección exacta 
de aquel lugar perdido de la mano de dios. Caminé y caminé y caminé hasta divisar una casa, aparentemente moderna y vanguardista, aunque con un aire neoclásico en la entrada, algo inaudito. Era una casa señorial y bien montada, y pensé extrañada que quizá no era la que estaba buscando, pero coincidía con la dirección. Llamé a la puerta, muerta del agotamiento, presa de los recuerdos que me pasaban por la cabeza a modo de flash en milésimas de segundo, temblando por destrozar lo que era mi actual vida en un segundo, aunque lo 
pensé y en realidad no era un segundo, eran más de diez años lo que cambiaría mi vida. Me abrieron la puerta aquellos ojos azules inimitables allá donde los haya y me abalancé sin pensármelo a abrazarle el resto de mis días, quería tenerle conmigo y sólo conmigo.

- Al final, sentiste amor.
- ¡Te quiero!

Desde aquel día toda mi vida volvió a su cauce, porque sin él jamás había estado yendo por el camino correcto. De repente empezó a coincidir todo como las piezas del tetris, del que iba a ser mi marido, no sé demasiado, ya que dejé de tener contacto con él cuando decidí marcharme de Madrid y comenzar una nueva vida con Pablo en aquella casa, expresamente construida para mí. Nunca estuvo en mis planes enamorarme, pero me enamoré, como una idiota y sin medida. Y él yo creo que a veces también me quería, en realidad nunca hizo otra cosa que no fuera quererme... Cuando dos personas tienden a estar juntas, aunque se odien, aunque discutan, aunque se ignoren, si el destino ha escrito que deben estar unidos jamás nadie podrá cambiar eso, y yo pienso que el caprichoso destino quiso que los suspiros de Pablo fueran sólo míos, hasta que dejase de emitirlos.

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