Así, con la soltura de quien lleva cien vidas vividas, me hizo el amor; mas me besó con la ineptitud del recién nacido que sólo sabe que ha venido al mundo para llorar.

12 junio 2012

Hay días que me apetece tirar la casa por la ventana. Distraerme sin las obligaciones. Hoy es uno de esos días. En los que quizá podría sacarme un billete de ida y vuelta a algún sitio, escaparme sin maletas, nada más que con la locura a bordo. Decidme, si no es maravilloso un beso, de esos infinitos que calientan el alma, que rompen el freno de la coherencia. Cuando llueve y me mojo las gotas me recuerdan a sus dedos acariciando mi piel, marchita, carente de vida. Esta noche prométeme que me vas a llevar al paraíso, allí donde los locos van sin que nadie se entere, ¡somos jóvenes! Bebámonos las estrellas con pajita para estar hechos de lo mismo. Démosle rumbo al viajero que deambula por los horizontes de tus ojos. Esta noche júrame el cielo, júrame hacer el amor en las nubes, tumbados en la voluminosidad de aquel algodón aterciopelado, provocando tormentas en el éxtasis del placer. Truenos sonaron el día que me intentaste dejar marchar, pero querido, Destino quiere que todas y cada una de las noches de tu vida las pases con el traspiés de mi melodía atravesando tus oídos, y eso ¿quién lo va a cambiar?, ¿tú? no cariño, lo siento pero no, me tendrás que mirar hasta que cierres los ojos para siempre.

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