Así, con la soltura de quien lleva cien vidas vividas, me hizo el amor; mas me besó con la ineptitud del recién nacido que sólo sabe que ha venido al mundo para llorar.

18 febrero 2012

Tal vez haya perdido demasiado. Tal vez hasta la dignidad alguna vez. Orgullo demasiado. Lágrimas hasta el fin.
Me gustaría ser el ser más resistente del mundo, y que no me afectase nada. He perdido la cabeza, he perdido todo lo que se puede perder en la vida, menos una cosa. La ilusión permanece casi intacta, desde el primer día cada hora que pasa crece levemente, sin que lo note pero me doy cuenta. Tú y yo. Que paraíso tan prohibido, que mierda tan compleja. No te entiendo, y tú a mi todavía menos. Me haces tanto daño como pensar en la muerte, y me haces tan feliz como la primera vez que se hace algo que te gusta. Te he descubierto, te descubrí y te encontré por casualidad un día, y desde ese día vivir sin ti no puedo ni un puto segundo. Eres una droga sana, y una droga destructiva, que puede darte el éxtasis o que puede darte el desfallecimiento. Soy todo lo que jamás llegué a pensar que sería. Me haces mejor persona a pesar de todo. Discuto contigo y no puedo evitar que me tiemble la voz cuando te grito, ni por miedo ni por rabia, sino por las tremendas ganas de llorar, de cientos de litros de agua deseosos de salir para demostrar que de verdad me duelen las cosas.

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