Así, con la soltura de quien lleva cien vidas vividas, me hizo el amor; mas me besó con la ineptitud del recién nacido que sólo sabe que ha venido al mundo para llorar.

20 marzo 2012

Quería reírme a carcajadas, o llorar de alegría, no sabía muy bien qué. Corrí hacia la puerta y al abrir me dio la sensación de que llevaba toda la vida esperándome en aquella puerta. Por suerte no perdí la respiración cuando me apretó contra él. Fue una mañana de las que pocas veces en la vida se viven. En unas cuantas horas nos dio tiempo hasta de jugar al parchís. Comimos tirándonos las sobras, y vimos una película que enterneció nuestros sentidos, ya que acabamos enredados en el sofá, sin un milímetro de distancia entre ambos. Hacía un sol estremecedor, aunque no evitó que el viento soplara fuertemente al otro lado de las ventanas. Y otra vez, esa maldita sonrisa.

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