Así, con la soltura de quien lleva cien vidas vividas, me hizo el amor; mas me besó con la ineptitud del recién nacido que sólo sabe que ha venido al mundo para llorar.
07 marzo 2012
No es que no tenga palabras, es que ninguna es digna de mencionar para
describir algo así. Dicen que la sonrisa es el reflejo del alma. Quizá
sí del alma, pero no del corazón. El corazón está muy distante al alma,
el corazón, a diferencia, puede sentir dolor. El alma, ¿qué siente?
aunque no es el caso. Si algo se quebranta quizá puede reponerse, pero
jamás estar igual... ¿cómo va a estar igual? Puedo pensar centenares de
cosas, pero jamás que un corazón destrozado podrá estar como cuando
nacimos, como cuando la inocencia nos inundaba la cara de una felicidad
que deslumbraba hasta al ser más oscuro, de una ternura que podía parar
guerras. La ausencia de inocencia es lo que más extraño en este
instante, en el que, por falta de ello he perdido el entusiasmo de
seguir por el camino de la vida que el señor destino me ha marcado.
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