Así, con la soltura de quien lleva cien vidas vividas, me hizo el amor; mas me besó con la ineptitud del recién nacido que sólo sabe que ha venido al mundo para llorar.

07 junio 2011

Copas de depresión

Hoy, ahora, estoy de camino a casa y pienso. Sí, me van a echar una bronca importante por llegar dos horas tarde. Pero francamente ahora me da igual eso, estoy muy ocupada aguantándome las lágrimas. Ni me esfuerzo en correr, para qué... por lo menos aunque no tenga ganas ni de andar sigo y con un poco de tiempo llego a casa. Me acomodo, me siento (....) silencio. Empieza lo bueno. Antes de nada les doy la razón y les dejo continuar. Siempre es igual, siempre oigo lo mismo. Cuando por fin vuelve a ver el silencio que me inundó cuando mi tristeza quería salir por mis ojos me encuentro en el baño, mirándome al espejo, sintiendo que el mundo se ha acabado. Quizá la vida va por fases, y yo tengo muchas fases en un mismo día, a veces, quizás demasiadas. Me echo un vaso de whisky, no sé para qué pero me apetecía apreciar su sabor, y me lo bebo, a decir verdad era un vaso pequeñito. Me quedo observando pensando en el último encuentro de nuestras manos y no aparto la vista hasta que los hielos se han derretido completamente. Doy un puñetazo en la mesa y pienso: 'coño ¡qué harta estoy de todo!', pero de poco sirve. Quisiera poder cogerme un vuelo a otro país y no pensar en nadie, pero la jodida edad me cerraría casi todas las puertas. Quiero independizarme hasta de mi sombra. Necesito hacerlo, la soledad es a veces lo que necesitas para relajarte, para pensar con claridad. Aunque me harte todo lo de mi alrededor sigo hablándote, demostrándote desde el minuto uno que te necesito, que te quiero, que me hacen falta tus abrazos y escuchar tus suspiros.

No hay comentarios:

Publicar un comentario