Así, con la soltura de quien lleva cien vidas vividas, me hizo el amor; mas me besó con la ineptitud del recién nacido que sólo sabe que ha venido al mundo para llorar.

27 julio 2011

Nunca olvides que te quiero

Miro unas seis millones de veces la pantalla buscando tu nombre y no hallo nada. He llegado a un momento en el que he dejado de engullir todo a mi paso, comer y comer me hacía o creía que me hacía sentir bien. Vuelvo a coger el móvil con mis finos dedos teñidos de rojo fuego vestidos de un anillo de una piedra que siempre ha tenido un toque mágico. Mis ojos caídos vuelven a leer los mensajes que algún día me han hecho enloquecer y siento que una lágrima quiere salir, pero ella ya no es más fuerte que yo. Mi corazón late con fuerza, está herido, él sabe que te necesito pero no estás... Ya casi he perdido la noción de la última vez que me besaste, me cogiste de la cintura y recuerdo que disfrutabas con sus contoneos y tu dulce voz me decía te quiero de la forma más sincera que he oído jamás... Con apenas dos gestos pongo una colilla entre mis labios cubiertos del gloss que te volvía loco, y con un mechero dorado adornado de una figura muy especial lo enciendo. Ya ni siquiera el tabaco me hace efecto, no me sabe a nada, sólo siento su humo recorriendo cada milésima de mi cuerpo. Supongo que es una manera de matarme mucho menos dolorosa y perjudicial que oírte decir que ya no me quieres, que te has olvidado de mí, de mis caricias, de lo nuestro. Por trigésima vez miro la pantalla buscando una nueva ilusión y por fin veo la luz a mi angustia, me has escrito, espero que hayas decidido llevarme a algún sitio especial, aunque si es contigo cualquier sitio es especial. Nunca olvides que te quiero.

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